viernes, 16 de julio de 2010

Mientras hay esperanza, hay vida


Comparto con vosotros un extracto de la entrevista a Julio Gómez publicada en La Vanguardia el 10 de abril de 2010.
 
El artículo empieza con el texto siguiente:
...Su hija estaba muerta. Dejó que su hermanito Ander, de seis años, la viera. El niño lloró y, mirándole a él, le dijo: “Tú no lloras porque eres médico, ¿verdad?”. Y Julio Gómez rompió a llorar: aprendió que tenía derecho...

¿Cómo puedo vivir bien sabiendo que voy a morir?
Si aceptas lo inevitable y yo te palío lo evitable, vivirás bien hasta el final, con dignidad.

¿Qué es lo evitable?
El dolor total.

¿Qué es el dolor total?
Una suma de dolor físico, dolor psíquico, dolor social y dolor espiritual. Paliémoslos: en eso consisten los cuidados paliativos.

...El médico está entendiendo que, más allá de curar, puede cuidar al enfermo desde el diagnóstico hasta la muerte.
Lo dice el filósofo Francesc Torralba: “Hay enfermos incurables, pero ninguno incuidable”....

¿El estado psíquico determina el físico?
Sí. El dolor psíquico –angustia, ansiedad, tristeza, ira, miedo...– alimenta el sufrimiento, sensibiliza, incrementa el dolor total.

¿Y cómo se palía ese dolor psíquico?
Acompañando al enfermo, permitiendo que se permita expresar rabia, tristeza... ¡Sólo así podrá llegar a aceptar su situación! Ese enfermo quiso hablar con familiares, expuso deseos, se reconcilió consigo mismo...

Me hablaba de dolor social: ¿qué es?
El derivado de perder tus roles sociales anteriores, a causa de tu enfermedad.

¿Cómo puede paliarse ese dolor?
Un enfermo entendió lo mucho que podía enseñar a sus hijos (o nietos) con su actitud ante la enfermedad y la muerte: ganó para sí un rol social, ¡y un rol muy importante!

¿Sí?
Solemos encubrir la muerte. Error. Si de niños vemos al abuelo muerto, ¡sufriremos menos mañana ante la muerte! Los niños aceptan la muerte como natural: ¿por qué inocularles temores, perjudicándoles?

Me citaba el dolor espiritual: ¿qué es?
Es el del sentido: “¿por qué?”, “¿por qué yo?”, “¿para qué nacer, para qué vivir?”, “¿para qué todo?”, “¿qué pinto yo aquí?”, “¿dónde está Dios?”. El enfermo terminal se hace estas preguntas, busca un sentido...

¿Y cómo le ayuda usted ahí?
Acompañándole en las preguntas: al menos, siempre nos quedarán las preguntas.

Diga algo al terminal que nos lea.
No es que mientras hay vida, hay esperanza, sino que mientras hay esperanza, hay vida. Hay mucho que hacer, desde aplacar tu dolor hasta estar consciente, o ver una película con alguien, compartir una comida, conversar... ¡Te queda seguir vivo hasta el final!

Cíteme un caso.
A un hombre le preparé para disfrutar de la cena de Fin de Año con sus seres queridos. Luego murió con todos alrededor de su cama, dándole la mano: ¡ver esa foto es emocionante! ¿Puede haber mejor muerte?

...Tratar a un enfermo terminal es siempre tratar a la vez a sus familiares, a sus cuidadores, para evitar que le transmitan sus angustias. Y otra asignatura pendiente de la medicina actual es el duelo: la mitad de los duelos deriva en alguna patología...

¿Aprende usted algo de sus pacientes?
Sí: el valor de expresar las emociones, el valor de reconciliarse, el valor de cinco minutos...¡Ellos son mis maestros! Lo que aprendo de ellos me capacitará un día para aprobar mi propio examen final.
 
¿Cómo enfrentará usted su final?
¡Intentaré que la muerte me encuentre bien vivo!

2 comentarios:

  1. Olvidamos que también la muerte es la paz final, y quien desea ese final no sólo lo hace por encontrar esa paz, sino también para dársela a los que sufren por él/ella. Cada uno es dueño de su vida, y no sólo hay que respetar la vida, si no también la decisión que cada uno toma por ella.

    Aparte de lo anterior, el artículo me ha gustado mucho, y este doctor es todo un ejemplo de la lucha y la autosuperación en el trágico final de una persona, de ver la vida de otra manera, de concluir nuestro paso por ella de la mejor manera posible.

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  2. El novio de mi amiga se suicidó hace unos dias. Se ha io para no hacerla sufrir, después de un terrible accidente que le dejó inválido, con toda una vida por delante, pero yo, que soy bastante mayor que ellos, no tuve esa corta pero intensa felicidad, al fin se habían cruzado dos almas gemelas y dos años de felicidad es lo que disfrutaron... ha dejado un inmenso vacío en muchas mentes, en tanta gente, que le llora, que llora por nuestra amiga, desconsolada...
    Hoy hablaba de la muerte con dos amigas, madres como yo y les decía, como siempre digo, que quiero morir de una muerte lenta, para poder enseñar a mis hijos lo que aún no saben, despedirme sin prisa pero sin pausa de todos mis seres queridos... Y si he de sufrir por ello valdrá la pena... Ellos se lo merecen todo de mi, lo poco que les pueda aportar...

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