domingo, 1 de marzo de 2020

Todo juicio es auto-ataque

Todas nuestras culpas vienen de la culpa original oculta en las profundidades del inconsciente. Se generó hace tantísimo tiempo que es imposible recordarla. Fue el fruto de una decisión: nuestra idea de vivir en un mundo separado de la Fuente, del Amor que somos. Esa errónea y alocada decisión fue el origen de la culpa inconsciente que gobierna nuestras vidas. Aunque lo ignoremos, en cada instante estamos reviviendo esa decisión tomada y la culpa que generó nos corroe interiormente al creer que destruimos el mundo de felicidad y armonía del que gozábamos junto a la Fuente.

Fue justo en ese instante cuando decidimos implantar “un guardián de la separación”, el ego, al que le dimos una instrucción muy concreta: “tú serás el que nos mantendrá alejado de la Fuente”. Para ello fabricamos un universo (Big Bang) en el que tener una identidad individual y escondernos de la Fuente.

Dado que la culpa nos hace sentir fatal, utilizamos el mecanismo psicológico de la proyección para intentar librarnos de ella. La proyectamos fuera en el mundo en forma de ataque o juicio a los demás aprovechando cualquier situación o relación. Ingenuamente creemos que así nos liberaremos de ella. Nada más lejos de la realidad. Al atacar al otro, inconscientemente sabemos que estamos atacando a un inocente, ya que el origen de nuestra ira es nuestra propia culpa proyectada sobre el otro, con lo que sentiremos más culpa y además nos entrará miedo por su posible respuesta de contraataque. Como la culpa es el “combustible” del ego, al aumentar nuestro nivel de culpa el ego saldrá fortalecido y así mantendrá activa la separación de la Fuente vida tras vida en un ciclo de sufrimiento y muerte sin aparente fin. Una horrible pesadilla.

Una de las formas más eficaces de salir del sufrimiento es aminorar el nivel de culpa inconsciente a través de la práctica del verdadero perdón. Consiste en comprender que todo ataque o juicio es auto-ataque y además se solicita ayuda a la Fuente para poder ver la situación de otra manera, desde los ojos del Amor. Da como resultado la eliminación de ese fragmento de culpa, reducción del ego, menor reactividad y mayor paz interior.

El mundo es el entorno ideal para practicar nuestras lecciones de verdadero perdón. Ahora ya sabemos que cada ataque, juicio, crítica contra otro, o contra nosotros mismos, viene del ego y podemos utilizarlo, si así lo decidimos, como una oportunidad para aminorar la culpa y estar un paso más cerca de nuestra liberación. Qué buena noticia!!!

Y llegará el día del “juicio final” en el que haremos “el último juicio” y al practicar el verdadero perdón disolveremos la última brizna de culpa que quedaba en nuestro inconsciente. En ese momento, desaparecerá el ego y alrededor nuestro solo veremos Amor, o peticiones de Amor, en todos los seres. Será el estado de iluminación, el final del sueño de sufrimiento y muerte.

Mucho ánimo, sólo es una decisión.

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