Comparto con vosotros el texto que ha escrito mi amigo M. Strangways.
La seguridad de lo que yo soy, no la debo esperar de la valoración de los demás. La vida debe tener un sentido en sí mismo, con independencia de las circunstancias de cada de momento y de los lugares de donde venimos, de las dificultades y la decepción. Lo que importa es el lugar al que vamos, porque todo en la vida se mueve, va hacia delante.
Es imprescindible tener un proyecto de vida. Este proyecto de vida se puede basar en la creatividad, en la realización de alguna misión o tarea, o en el amor. Preferentemente, en una combinación de todas ellas. Pero en este proyecto también debe considerarse la presencia del sufrimiento inevitable, al que se debe dar un sentido para poder soportarlo. Ese sentido puede encontrarse en el aprendizaje que toda situación nueva conlleva, y en saber llevar ese sufrimiento con dignidad. La esperanza en el futuro, creer que nos espera nuestro proyecto, que hay algo que sólo nosotros podemos hacer o enseñar, que hay alguien que nos quiere y nos espera, es una luz en ese valle de sombras.
Sin embargo, el sufrimiento, muchas veces, no procede de fuera más que indirectamente, y lo que nos hace sufrir es la percepción interna de ese sufrimiento, que nos puede sumir en un bucle de oscuridad mucho más tenebroso que las causas que lo propiciaron. La mente es un lugar maravilloso, pero también uno peligroso. En cada uno de nosotros anida la bondad y la maldad, la luz y la locura. Este otro sufrimiento ‘perceptivo’, corto de miras, egocéntrico y neurótico, no tiene sentido. Refleja miedo, cobardía e indecisión a la hora de afrontar la realidad de nuestra vida, nuestra realidad de persona desnuda ante la vida y ante nosotros mismos. Es un sufrimiento fuera de proporción con las causas que lo motivaron. Para superarlo, debemos sincerarnos con nosotros mismos. Definir qué tipo de persona queremos ser. Después, actuar en consecuencia. Conforme más nos metamos en ese ‘papel’, mejor lo haremos, y de su mano iremos recibiendo refuerzos personales, tanto de fuera como desde dentro. Hasta que el canon que buscamos, y nosotros mismos, sean prácticamente una misma cosa. Debemos imaginar ese ‘yo’ ideal, esa persona que habita dentro de nosotros y tiene un potencial de existencia, avanzar hacia él y ayudarle a ser. Sublimar el pequeño diamante en bruto que cada uno de nosotros alberga en su interior.
Tenemos una responsabilidad con la vida, no al revés. No elegimos nacer ni nuestras circunstancias en la vida. Pero si en la existencia no domina el sinsentido, sino el propósito, entonces estamos aquí por algo, por alguien. No se trata de realizar una acción heroica o componer una obra maestra. Pero todos vivimos y nos interrelacionamos con otras personas, con el mundo y su creación. Tenemos miles de oportunidades, millones, a lo largo de nuestra vida de hacer el bien, aportar luz, acompañar, cuidar, iluminar la existencia ajena. Pequeños gestos, pequeñas cosas diarias que tienen una influencia en los demás y en lo que nos rodea, y que todas juntas, crean un clima sereno, apacible, donde se está bien.
Cada persona es única. Tenemos este poder individual de iluminar y acompañar, de crecer, aprender y amar, de aprovechar nuestro tiempo aquí. Porque por más que lo despreciemos o desperdiciemos, tiene fecha de caducidad. Ojalá el momento de la muerte nos reciba con la convicción de no haber vivido una vida en vano, abandonada a la desesperación, enfocada en nuestras pequeñas miserias y dificultades –que seguramente no son peores que las de muchas personas, y nuestro egoísmo. Ojalá pueda decir: ‘mi vida no ha sido vana’. En vez de lamentarnos, odiar, preocuparnos, malgastar la vida en rincones sucios, debemos levantarnos y caminar, y desde el agradecimiento por lo mucho que somos y tenemos, por haber tenido la oportunidad de experimentar la existencia, tener siempre presente el sentido de responsabilidad que nos pide la vida, y saber vivirla bien.
Lectura recomendada: ‘El hombre en busca de sentido’, de Viktor Frankl.
La seguridad de lo que yo soy, no la debo esperar de la valoración de los demás. La vida debe tener un sentido en sí mismo, con independencia de las circunstancias de cada de momento y de los lugares de donde venimos, de las dificultades y la decepción. Lo que importa es el lugar al que vamos, porque todo en la vida se mueve, va hacia delante.
Es imprescindible tener un proyecto de vida. Este proyecto de vida se puede basar en la creatividad, en la realización de alguna misión o tarea, o en el amor. Preferentemente, en una combinación de todas ellas. Pero en este proyecto también debe considerarse la presencia del sufrimiento inevitable, al que se debe dar un sentido para poder soportarlo. Ese sentido puede encontrarse en el aprendizaje que toda situación nueva conlleva, y en saber llevar ese sufrimiento con dignidad. La esperanza en el futuro, creer que nos espera nuestro proyecto, que hay algo que sólo nosotros podemos hacer o enseñar, que hay alguien que nos quiere y nos espera, es una luz en ese valle de sombras.
Sin embargo, el sufrimiento, muchas veces, no procede de fuera más que indirectamente, y lo que nos hace sufrir es la percepción interna de ese sufrimiento, que nos puede sumir en un bucle de oscuridad mucho más tenebroso que las causas que lo propiciaron. La mente es un lugar maravilloso, pero también uno peligroso. En cada uno de nosotros anida la bondad y la maldad, la luz y la locura. Este otro sufrimiento ‘perceptivo’, corto de miras, egocéntrico y neurótico, no tiene sentido. Refleja miedo, cobardía e indecisión a la hora de afrontar la realidad de nuestra vida, nuestra realidad de persona desnuda ante la vida y ante nosotros mismos. Es un sufrimiento fuera de proporción con las causas que lo motivaron. Para superarlo, debemos sincerarnos con nosotros mismos. Definir qué tipo de persona queremos ser. Después, actuar en consecuencia. Conforme más nos metamos en ese ‘papel’, mejor lo haremos, y de su mano iremos recibiendo refuerzos personales, tanto de fuera como desde dentro. Hasta que el canon que buscamos, y nosotros mismos, sean prácticamente una misma cosa. Debemos imaginar ese ‘yo’ ideal, esa persona que habita dentro de nosotros y tiene un potencial de existencia, avanzar hacia él y ayudarle a ser. Sublimar el pequeño diamante en bruto que cada uno de nosotros alberga en su interior.
Tenemos una responsabilidad con la vida, no al revés. No elegimos nacer ni nuestras circunstancias en la vida. Pero si en la existencia no domina el sinsentido, sino el propósito, entonces estamos aquí por algo, por alguien. No se trata de realizar una acción heroica o componer una obra maestra. Pero todos vivimos y nos interrelacionamos con otras personas, con el mundo y su creación. Tenemos miles de oportunidades, millones, a lo largo de nuestra vida de hacer el bien, aportar luz, acompañar, cuidar, iluminar la existencia ajena. Pequeños gestos, pequeñas cosas diarias que tienen una influencia en los demás y en lo que nos rodea, y que todas juntas, crean un clima sereno, apacible, donde se está bien.
Cada persona es única. Tenemos este poder individual de iluminar y acompañar, de crecer, aprender y amar, de aprovechar nuestro tiempo aquí. Porque por más que lo despreciemos o desperdiciemos, tiene fecha de caducidad. Ojalá el momento de la muerte nos reciba con la convicción de no haber vivido una vida en vano, abandonada a la desesperación, enfocada en nuestras pequeñas miserias y dificultades –que seguramente no son peores que las de muchas personas, y nuestro egoísmo. Ojalá pueda decir: ‘mi vida no ha sido vana’. En vez de lamentarnos, odiar, preocuparnos, malgastar la vida en rincones sucios, debemos levantarnos y caminar, y desde el agradecimiento por lo mucho que somos y tenemos, por haber tenido la oportunidad de experimentar la existencia, tener siempre presente el sentido de responsabilidad que nos pide la vida, y saber vivirla bien.
Lectura recomendada: ‘El hombre en busca de sentido’, de Viktor Frankl.
Buen aporte a la reflexion, al papel que todos tenemos en el Sendero de nuestro Existir...
ResponderEliminarDebemos dejar una profunda y positiva huella, a bien de guiar a vuestros descendientes hacia el encuentro con el Horizonte de la Felicidad.
Raul Inciarte
Venezuela
Considero que el miedo es importante en la vida de cada ser humano, pues es el que nos previene del peligro, y debemos aprender a vivir con ello. Cuando éste nos impide avanzar y superarnos personal y espiritualmente, es cuando tenemos que aprender a canalizarlo para que no nos derrumbe.
ResponderEliminarNo creo que se deba combatir al miedo, creo que tenemos que aprender a controlar al cobarde que está dentro de nosotros, aceptando que nada nos puede destruir más que nosotros mismos pues somos nuestros propios enemigos.
Estoy de acuerdo en que no debemos desesperarnos ante las adversidades y aceptar lo que Dios nos da, pero así mismo, todo aquello que obtengamos será porque hemos luchado por ello, no porque nos hemos resignado o porque aceptamos de primera el NO, sino porque lo intentamos hasta el final, eso sí, cada uno sabrá cuando debe aceptar lo irremediable.
Gracias Manuel por compartir conmigo tu artículo y permitirme comentarlo.
Jacqueline
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente.
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años