domingo, 18 de octubre de 2015

Tiene que haber otra manera de vivir



María Dolores Gil Montoya en su trabajo El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego explica el funcionamiento del ego, lo desenmascara y comenta algunas de sus trampas para darnos cuenta del sistema de pensamiento que nos guía. También propone los pasos a seguir con el Perdón Verdadero para deshacer la culpa.

Fragmentos del trabajo: 

Llega un momento en nuestras vidas, y esto yo creo que todos, en mayor o menor medida lo hemos experimentado alguna vez, en el que nos planteamos “que tiene que haber otra manera de vivir, que tiene que haber un camino mejor, que hay algo que no anda bien, ya está bien de crear sufrimiento para nosotros mismos o los demás. Y hemos intentado cambiar las circunstancias de nuestra vida, hemos cambiado de trabajo, de amistades, de pareja y al final siempre la insatisfacción y el sufrimiento aparecen. 

El ego es la fábrica de pensamientos que hemos hecho realidad; con la que nos identificamos, la voz en la cabeza, la cual duda que exista algo más en nosotros aparte de ella misma, es el personaje que sostenemos mediante el pensamiento. Literalmente, ha tomado el control de todo lo que la mayoría de nosotros pensamos, sentimos y creemos. Algunos maestros dicen que el ego es la prisión más grande que se ha inventado hasta ahora.

Una de las primeras trampas es creer que el ego es nuestra verdadera Identidad, el ego no es más que una confusión con respecto a nuestra identidad. Es un falso sustituto de lo que realmente somos.

La culpa se puede, entender en este contexto, como todos nuestros sentimientos, creencias y experiencias negativas sobre nosotros mismos. Puede ser cualquier forma de odio o rechazo a uno mismo; sentimientos de incompetencia, fracaso, vacío; sentimientos de que nos falta algo o carecemos de algo o de que algo está incompleto. 

La mayor parte de esta culpa es inconsciente; podemos compararlo con un iceberg, las experiencias conscientes de culpa son sólo la punta del iceberg (...) La mayoría de las experiencias de cuán horribles creemos que somos están debajo de la superficie de nuestra mente consciente y por lo tanto las hace virtualmente inaccesibles para nosotros. 

El sentirnos culpables conlleva implícita la idea de que seremos castigados por las cosas terribles que creemos haber hecho y lo horribles y malvados que creemos que somos. La culpa siempre exigirá castigo, psicológicamente no hay forma de evitar esto. Así es como surge el miedo. De manera que todo miedo, no importa cuál nos parezca que es su causa en el mundo, surge de la creencia de que debo ser castigado por lo que he hecho. 

La fuente de nuestra culpa (odio hacia nosotros mismos), no está fuera sino dentro. Pero la proyección busca hacernos ver nuestra culpa fuera de nosotros y luego tratar de resolverlo allí fuera, donde no está realmente, por lo tanto nunca vemos el problema que está adentro.

Lo que el ego hace es establecer un ciclo de culpa y ataque, según el cual mientras más culpables nos sintamos mayor es nuestra necesidad de negarlo en nosotros y de atacar a otra persona. Pero mientras más ataquemos a alguien, mayor será nuestra culpa por lo que hemos hecho (…) Eso sólo nos hará sentir culpables, y esto mantendrá el ciclo repitiéndose una vez tras otra. Es este ciclo de culpa y ataque lo que hace funcionar este mundo; no es el amor, y esta es la dinámica que está tan presente en nuestras vidas, tanto individual como colectivamente. 

Es esencial para el ego que haya enemigos, relaciones de odio especial sobre quienes podamos proyectar nuestro odio y nuestra culpa y posteriormente atacarlos y así culpar de la desgracia y la infelicidad que es nuestra propia responsabilidad. Esto origina un mundo de buenos y malos; víctimas/victimarios; nosotros/ellos; inocentes/culpables. Mientras tanto nuestra culpa sombría permanece escondida en nuestro inconsciente.

Aunque está oculto por el ego, hay un pensamiento que nos recuerda nuestro verdadero Ser, el recuerdo de lo que somos es lo que hemos llamado el maestro interno, nuestro guía, la respuesta, nuestra esencia, espíritu santo, etc., son diferentes nombres para la parte de nuestra mente separada que recuerda la Verdad, la cual sólo ve el Amor que somos.

El ego lo podemos representar como una cebolla formada por capas y capas de complejidad que hay que ir deshaciendo para llegar a la verdad que hay debajo. Pero, como decía antes, no podemos deshacer algo con la misma mente que fue creado. Necesitamos buscar dentro de nosotros el recuerdo de la Verdad para que nos muestre con su luz el error y pueda ser corregido. 

Debemos estar agradecidos a cada persona en nuestras vidas, especialmente aquellas con quienes tenemos más problemas. Las que más odiamos, las que encontramos más desagradables, con quienes nos sentimos más incómodos, son aquellas, que si no hubieran estado en la película y en la pantalla de nuestras vidas, no sabríamos que esta culpa está verdaderamente en nosotros y no tendríamos la oportunidad de soltarla. 

La única oportunidad que tenemos de perdonar nuestra culpa y de liberarnos de ella es viéndola en alguien más y perdonándola allí. Al perdonarla en esa otra persona la estamos perdonando en nosotros mismos.

Resumiendo, los tres pasos del perdón son: el primer paso deshace la ira proyectada al admitir que el problema no está fuera de mí; el problema está dentro de mí. El segundo paso dice que el problema que está dentro de mí es uno que yo forjé y que ya no quiero. El tercer paso se toma cuando se lo entregamos al Maestro Interno, nuestro Amigo, y Él se hace cargo. 

Es trabajo de toda una vida deshacer nuestra culpa y la razón es que la culpa es tan enorme que si nos enfrentamos a ella de una vez sería tan abrumadora que no podríamos con ella. Por lo tanto tenemos que manejarla por partes. Las distintas experiencias y situaciones que comprenden nuestras vidas se pueden utilizar como parte del plan de nuestro verdadero Ser para llevarnos de la culpa a la Inocencia. 

Cada circunstancia en mi vida, la veo como una oportunidad para sanar una parte de mi mente inconsciente que está saliendo a la superficie. Cada problema que vemos en el otro, es realmente el deseo secreto de excluir de nosotros mismos alguna parte de nuestra culpa y así no tener que soltarla. 

Lo que escogemos en términos de perdonar a alguien es lo mismo que escogemos en términos de perdonarnos a nosotros mismos. No hay diferencia entre lo interno y lo externo; todo es una proyección de lo que sentimos internamente. Si sentimos culpa internamente, entonces eso es lo que proyectaremos hacia fuera. Si sentimos el Amor que somos dentro, entonces eso es lo que extenderemos hacia fuera.

Cada persona y circunstancia en nuestras vidas nos ofrece la oportunidad de ver lo que está dentro del proyector de nuestras propias mentes; nos ofrece la oportunidad de escoger otra vez, de elegir de nuevo.

Tenemos que tener en cuenta que no somos responsables de lo que pasa en el mundo, (puesto que la Proyección funciona igual a nivel colectivo), sino de cómo percibo lo que veo, cómo interpreto lo que ocurre y esto depende de mis creencias, condicionamientos, etc. 

Me hago responsable de lo que veo y percibo, como primer paso para poder transformarlo. Así, el poder para cambiar lo que veo y siento, lo tengo yo y ya no soy una víctima del mundo, sino que me empodero, recupero mi poder, me hago responsable de mí.

De nada sirve, meditar todos los días una hora, si luego me paso el resto del día indignado, triste, resentido, o con fuertes subidas y bajadas, con cualquier circunstancia que se me presente.

La meditación, me va a dar el entrenamiento mental, para poner atención plena en cada vez más momentos de mí día a día. Y en cada situación, puedo practicar esto: Si no me siento bien con lo que estoy interpretando (juzgando), ELIJO DE NUEVO, probablemente lo estaba viendo con el Ego (pero no me siento culpable por ello), tengo el poder de elegir verlo de otra manera y mi práctica consiste en elegir el PERDÓN y perdonar aquí significa reconocer que no sé nada de nada, que no veo el cuadro completo, y que estoy dispuesta a que se me muestre la Verdad, a que se me enseñe, en realidad perdono siempre mi proyección (no puedo perdonar si sigo viendo culpabilidad, es imposible, no funciona, y este es el perdón del mundo, el que hemos aprendido). 

La práctica consiste en volvernos conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos y creencias a lo largo del día. Es mediante esta toma de consciencia, del perdón y de la transformación de esos pensamientos y creencias como nos encontraremos a nosotros mismos. Para ello, tenemos que estar dispuestos a cuestionar el sistema de pensamiento del ego con el que nos hemos identificado, con la disposición de dejarlo ir. 

Todos los seres somos Uno, estamos conectados y formamos parte de la misma Mente, incluso la Física Cuántica, apunta a que la realidad es una totalidad unificada donde todas las cosas están entrelazadas, donde nada existe en y por sí mismo.

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