Comparto con vosotros fragmentos del
libro “Creatividad y plenitud de vida” del psicólogo transpersonal Antonio Blay Fontcuberta.
“Donde no
hay amor, en este sentido de amor aceptado y expresado, hay temor. No
olvidemos este principio: no podemos evitar el amor porque el amor es, junto
con la inteligencia, junto con la energía, nuestra naturaleza. Todo el problema
está en si yo acepto y doy paso a este amor“
“Es curioso que el amor plantee tantos problemas.
Pues, si el amor es la cosa más bella, más agradable del mundo, ¿por qué se
convierte en la que produce más disgustos, más tormentos, más conflictos?
Evidentemente es porque no hemos aprendido a desarrollar, a aceptar, a dar paso
inteligente al amor profundo que es nuestra naturaleza”
“El amor
tiene unos efectos extraordinarios en cuanto a transformación interna y
externa de la persona”
“Yo crezco
en la medida en que yo amo, porque amar es extender mi conciencia propia de
ser”
“El amor es lo que da color, lo que da gusto y
alegría al vivir”
“El amor estimula todas las funciones internas del
hombre. En primer lugar, las vitales. El amor aumenta la energía, la salud e
incluso la capacidad de curación. Un
grado profundo y elevado de amor tiene el poder de curar incluso cosas que son
clínicamente incurables”
“El amor
estimula la mente. Y lo hace en un grado extraordinario, dándole no sólo
una mayor claridad, sino también una mayor facilidad para las ideas creativas”
“Otro efecto fundamental es que el amor, por ser un
aspecto de mi naturaleza esencial, al expresarse satisface aquello que es la
necesidad esencial de las demás personas. Cuando yo comunico amor, estoy
comunicando aquello que las demás personas buscan con más interés, aquello que
más necesitan, que más desean, aunque a veces no sean conscientes de ello”
“Hay varias formas del amor. En primer lugar, el
amor, como todo lo que es humano, está sujeto a una evolución, a un desarrollo,
así, pues, hay un amor relacionado con etapas de la vida.
Hay un amor
infantil que se vive bajo la consigna de ‘todos para mí’, ‘todos a mi
servicio’. Es la consigna del niño –relativamente hablando, pues tampoco esto
es absoluto en el niño, aunque en él es predominante- que en él es
perfectamente correcta, pero que en el hombre adulto es egoísmo, egocentrismo.
Sigue luego el
amor de la fase, podríamos llamar edad, media o adulta, cuya consigna sería
‘yo para ti igual que tú para mí’. Se
trata pues aquí de un criterio de reciprocidad, ‘yo te amo en la medida en que
tú me amas’.”
“Pero el amor puede ir mucho más allá. Puede ir
hasta la última fase, que podríamos llamar fase
sin edad, fase espiritual, en donde la consigna es amar gratuitamente,
incondicionalmente, pero no sacrificando
nada, sino simplemente porque yo soy amor, yo soy eso y expreso puramente
mi naturaleza, y no le hago ningún favor a nadie por el hecho que le ame”
“Yo solamente
puedo amar al otro con el amor que tenga yo. Si yo no desarrollo en mí el
amor, que es mi conciencia mía de ser, yo no puedo amar a otro. Para amar a
otro yo he de ser alguien que ame”
“En la medida en que yo voy viviendo más y más esa plenitud de ser, de felicidad, de poder, de comprensión, entonces el amar a los demás es absolutamente natural, algo que se hace sin disciplina, sin esfuerzo, sin sacrificio, porque es la expresión inevitable de esa plenitud, de esa comprensión”
Muy bueno y cierto. Sin ninguna duda eso es el verdadero AMOR.
ResponderEliminarRafa, muchas gracias por tu comentario.
EliminarMuy bueno y cierto. Eso es el verdadero AMOR
ResponderEliminarMuy cierto todo cuanto cuentas querido Manuel. Lo suscribo plenamente. Es el motor del mundo.
ResponderEliminarMarcos, muchas gracias por tu comentario.
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