lunes, 14 de noviembre de 2011

El cambio nos asusta


Comparto con vosotros fragmentos del libro Lecciones de vida de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler.

“El nacimiento parece ser el comienzo y la muerte el final, pero no lo son: sólo son puntos en un continuo“

“Todos experimentamos el tiempo de diferente manera porque el valor del tiempo depende de la percepción individual”

“El cambio nos asusta porque quizá no seamos capaces de controlarlo. Preferimos los cambios que hemos decidido hacer, ya que les encontramos sentido. Pero los cambios que nos sobrevienen nos resultan incómodos, nos hacen sentir como si la vida fuese en la dirección equivocada. Pero, nos guste o no, el cambio ocurre y, como la mayoría de las cosas en la vida, no es que nos ocurra a nosotros: simplemente ocurre”

“El cambio supone despedirse de una vieja situación conocida y enfrentarse a una situación nueva, desconocida. A veces no es lo viejo o lo nuevo lo que nos acobarda: es el tiempo que transcurre entre ambos”

“Ronnie Kaye, autora de Spinning Straw into Gold y dos veces superviviente de cáncer de mama, dice: “En la vida, siempre que una puerta se cierra, otra se abre... pero los pasillos son un tormento

“En la cultura occidental no le concedemos valor a la edad. No consideramos las arrugas como parte de la vida; son algo que hay que evitar, ocultar, eliminar. Sin embargo, por mucho que echemos de menos la energía y el vigor de la juventud, muchos no querríamos volver sobre los mismos pasos porque también recordamos intensamente la confusión de aquellos años”

Envejecer con gracia es experimentar plenamente cada día y cada estación. Cuando hemos vivido realmente nuestra vida, no queremos vivirla de nuevo. Es la vida que no hemos vivido la que lamentamos”

“Solemos despertarnos por la mañana y ducharnos para quitarnos el polvo del día anterior, pero seguimos llevando encima la carga emocional del ayer. No tiene por qué ser así. Podemos renovarnos cada día y partir de cero, podemos saludar el día frescos y limpios: basta con que centremos nuestra conciencia en el presente, que veamos la vida como realmente es”

“Cuando no vivimos en el momento, no nos vemos realmente unos a otros ni a nosotros mismos. Y, si no vivimos en el momento, no podemos encontrar la felicidad. No se trata de cerrar la puerta al pasado, sino de verlo como lo que fue y seguir adelante.”

“Por difícil que resulte aceptarlo, la realidad es que no morimos antes de tiempo. Cuando morimos, ésa es nuestra hora”

Nuestro desafío es experimentar plenamente el momento presente. Y es un gran desafío: saber que el instante presente contiene todas las posibilidades de felicidad y amor, y no desperdiciar estas posibilidades por esperar un futuro determinado”

sábado, 16 de julio de 2011

Cerrando puertas


Comparto con vosotros un mensaje de tendenciavital.ning.com basado en una reflexión de Paulo Coelho.

Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir.

Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos... no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron. ¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis padres? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto tiempo cultivé, ¿ha desaparecido sin más? Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida se convirtieron de repente en polvo.

Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tu cónyuge, tus amigos, tus hijos, tu hermano; todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia delante, y todos sufrirán al verte paralizado.

RECUERDOS
Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver. No podemos ser empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello. Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros.

Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse. Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras, perdemos. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor.

Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el mismo programa, en el que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte. Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del "momento ideal".

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando puertas abiertas "por si acaso", nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

DEJARLO IR
Antes de comenzar un nuevo capítulo hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad.

Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante. Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo.

Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres...Esa es la vida...

sábado, 11 de junio de 2011

Una cosa es vivir solo, y otra, sentirse solo


Comparto con vosotros un reportaje publicado en el diario El País.

Lo dedico en especial a los que están viviendo solos y a aquellos que por distintos motivos les ha tocado vivir alguna etapa de su vida en solitario.

Me quedo con las frases:

... Una cosa es vivir solo, y otra, sentirse solo...

...La soledad buscada es un bien para el alma…

…El aislamiento es una noción física, la soledad es una experiencia emocional…

…Estar a solas, ese encuentro con nosotros mismos es una conveniencia más que un inconveniente…

…El instinto social de los humanos no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad…

…Nacer y morir son un ejercicio solitario al que nos pueden acompañar pero no resolver por nosotros. Somos principio y fin. Todo nace y acaba muriendo en nosotros mismos, o sea, en nuestra soledad interior…

…Nunca estamos solos. Nos rodea la vida…

…Nos sentimos solos cuando creemos que no deberíamos estarlo…

Al final, lo importante no es dónde, cuándo ni cómo, sino que no falte la capacidad de amar y ser amados. Lo contrario nos zambulle en la peor de las soledades

domingo, 22 de mayo de 2011

Mis primeros 50 años



El 26 de mayo de 2011 cumplo mis primeros 50 años.

Tengo el placer de compartir con vosotros una poesía del Premio Nobel de Literatura José Saramago.

¿Cuántos años tengo?


Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo.
¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo:
Gritar sin miedo lo que pienso,
y hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido...
Tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Unos dicen que ya soy viejo,
y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Tengo los años necesarios
para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero,
para reconocer yerros viejos,
y rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!
¡Estas muy viejo, ya no podrás!
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
y las ilusiones se convierten en esperanza.

Tengo los años en que el amor
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
Y otras es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuantos años tengo?
No necesito con un número marcar,
pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé
al ver mis ilusiones truncadas,
¡Valen mucho más que eso!

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Pues lo que importa:
¡Es la edad que siento!

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo?
¡Eso a quien le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo
y hacer lo que quiero y siento.

viernes, 15 de abril de 2011

No voy a discutir, no voy a convencer, no voy a aclarar

A esta altura de mi vida en la que estoy a punto de cumplir medio siglo quiero compartir con vosotros mi forma de pensar:

No voy a discutir.
Respeto las ideas del otro y no voy a imponer las mías.

No voy a convencer.
Prefiero actuar con claridad de conciencia y que mis actos reflejen mi vida interior.

No voy a aclarar.
Para el que me conoce de verdad, no es necesario justificar mis actos ya que comprende porqué lo hago. Para el que no me conoce, por más que le diga estaré condenado de antemano por sus prejuicios hacia mí.

Según el libro Lecciones de vida de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler:

“Nuestra felicidad no depende de que las relaciones cambien a mejor. La verdad es que no podemos cambiar a los demás, ni debemos.”

“Recuerda que de lo que se trata no es de decir al otro que está en un error y tiene que cambiar. Tampoco se trata de hacer mejor a la otra persona: siempre se trata de uno mismo. Cada uno crea su propio destino. Cada uno debe ver que lecciones hay en los problemas que le surgen.”

“Al concentrarnos en el otro nos olvidamos del verdadero trabajo que nos corresponde en la relación: nosotros mismos. No debemos vaciarnos de nosotros mismos por llenarnos del otro. La única persona que controlamos es la nuestra. Si trabajamos en nosotros, las circunstancias que vemos cambiarán por sí solas.”

domingo, 23 de enero de 2011

Nos merecemos el perdón


Comparto con vosotros fragmentos del libro Lecciones de vida de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler.

“A veces los acontecimientos, aun los más trágicos, ocurren sin ser culpa de nadie”

“La psicología de la culpa nace del juicio a nosotros mismos, de la sensación que hemos hecho algo malo”

“Casi siempre, ese penoso juicio a nosotros mismos tiene su origen en lo que nos enseñaron siendo niños”

“Habitualmente nos enseñaron a ser buenos niños, pendientes de satisfacer los deseos de los demás, en vez de forjarnos una clara identidad”

“Nos enseñan a ser dependientes, a dar importancia a las necesidades y vidas de los demás y a descuidar las propias”

“Un síntoma claro de esta dependencia es la incapacidad de decir que no. Nos han enseñado a complacer a los demás y a estar de acuerdo con sus peticiones”

“El deseo de complacer a los demás es un terreno fértil para la culpa, pero no es el único. A veces nos sentimos culpables cuando tratamos de hacer valer nuestra independencia”

“Llegamos a la edad adulta llenos de culpa, y es una culpa poderosa, que nos castiga y que casi nunca sirve para nada”

“Para dejar atrás la culpa, nuestras creencias deben ser coherentes con nuestras acciones”

“Cuando nos sentimos culpables, permanecemos en la estrechez de miras de nuestra mente. Los pensamientos más bajos toman el control. Después de un tiempo nos sentimos avergonzados”

“El remedio es actuar y compartir nuestros sentimientos. Tu verdadero ser no conoce la culpa. Tu verdadero yo está más allá de la culpa de este mundo”

“La culpa que ha herido tu conciencia se convierte en la vergüenza que asalta a tu alma. Como la culpa que la precede, la vergüenza suele enraizarse en la infancia, antes de que supiéramos quienes somos”

“Si había conflicto entre nuestras necesidades y nuestros padres, sentíamos que era el resultado de haber hecho algo malo. Creíamos que actuábamos mal. Así pues, ocultábamos nuestra herida, nuestra rabia y nuestro resentimiento. En el presente, simplemente nos sentimos mal con nosotros mismos”

“La vergüenza en nuestra infancia nos hace sentir más responsables de nuestras situaciones de lo que somos”

“Tal vez en ocasiones nos hemos sentido mal por nuestras acciones, pero esos sentimientos manifiestan en realidad nuestra bondad, ya que los malos no se sienten mal por hacer daño a los demás”

“La paz y la culpa son opuestos”

“Cuando nos aferramos a la culpa, damos la espalda al amor y la paz”

“Podemos reemplazar los sentimientos de culpa por sentimientos de paz”

“Sólo cuando nos liberamos de la culpa nos liberamos realmente del pasado para crear un futuro nuevo”

La clave para sanar es el perdón. Perdonar significa reconocer el pasado y dejarlo ir. Cualquier cosa de la que te sientas culpable puede limpiarse y purificarse con el perdón”

“Cuando te perdonas a ti mismo y a los demás, ya no habrá razón para sentirse culpable. No nos merecemos la culpa; nos merecemos el perdón. Cuando aprendemos esta lección nos hacemos realmente libres

lunes, 10 de enero de 2011

El juego del más


Comparto con vosotros fragmentos del libro Lecciones de vida de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler.

“Cuando nos decimos que antes no éramos «lo suficiente» y que a partir de ahora seremos «más», entramos en el peligroso juego del «más»”

“Nos decimos que seremos felices cuando poseamos más dinero, cuando tengamos más autoridad en el trabajo, o cuando nos respeten más”

“¿Por qué el mañana parece tener muchas más posibilidades que el hoy para la felicidad o el poder? Porque nos engañamos en el juego del más y perdemos nuestro poder sin importar cómo juguemos”

“Y el juego del más nos mantiene en una posición de carencia, con el sentimiento de no ser suficientemente buenos. Si conseguimos lo que queremos, nos sentimos aún peor porque sigue siendo insuficiente. Aún somos desdichados: si tan sólo tuviésemos un poco más… No nos damos cuenta que la simplicidad es lo que importa”

El verdadero poder, felicidad y bienestar se encuentran en el sublime arte de la gratitud. Sé agradecido por lo que tienes, por las cosas tal como son. Siente agradecimiento por quien eres, por esas cosas que has aportado al mundo con tu nacimiento, por tu unicidad”

“Si no sabes cómo apreciar las cosas y las personas que tienes ahora, ¿crees que serías capaz de valorar otras cosas, otras personas y otro poder cuando los tengas?”

“No podrás, si no has desarrollado tu capacidad de sentir gratitud, si nunca has aprendido a ser agradecido”

“En vez de ello pensarás: «Esta segunda esposa, este segundo millón de dólares, esta casa más grande no son suficientes para mí. Necesito más». Y vivirás siempre así, deseando más o que las cosas sean diferentes de lo que son, jugando al juego del «más» en vez de agradecer todo lo que tienes”

“Cuando la vida es «suficiente», no necesitamos nada más. Que grata sensación nos invade cuando nuestros días son suficientes”

Si no necesitamos nada más, si no nos hace falta controlarlo todo, permitimos que la vida se despliegue