Comparto con vosotros un texto que he escrito
Ya estamos acabando diciembre. 2009 se nos va, entramos en una nueva década.
Parece que fue ayer el cambio de milenio, el efecto 2000, el cambio al euro… y ya han pasado prácticamente diez años.
Diciembre es el mes de las celebraciones con amigos y familiares.
A fin de año solemos hacer balance de nuestra vida y de lo que nos ha ocurrido en estos últimos doce meses.
Procuramos fijarnos buenos propósitos para el año que empieza: haré ejercicio, dedicaré más tiempo a la familia, aprenderé ingles...
Pero al final, si lo analizamos fríamente, no hemos cumplido la mayoría de las metas que nos propusimos el año anterior.
Esto se debe, por una parte, a nuestra falta de voluntad, y por otra, a que no somos dueños de nuestro Destino.
Creo que es absurdo pedir que se cumplan nuestros deseos para el año próximo, porque no siempre aquello que queremos es lo que más nos conviene. Por más que planifiquemos, organicemos y estructuremos el futuro, la Vida nos llevará por donde nos toque ir.
No decidimos cuándo y dónde vamos a nacer, normalmente tampoco decidimos cuándo abandonaremos este mundo, pero sí decidimos la actitud que adoptar ante los acontecimientos de esta vida.
Podemos elegir libremente entre la luz –tener una actitud de servicio hacia los demás y estar abiertos a lo que sucede- o la oscuridad: buscar con egoísmo nuestro beneficio personal y obcecarnos en que se cumpla el destino que hemos diseñado.
Hay una frase que me llama mucho la atención: "Lo que acaba en mí, acaba conmigo".
Yo le pido tres cosas al año que va a comenzar:
La primera, que sepa aceptar con confianza todo aquello que me vendrá, por raro y extraño que parezca, ya que formará parte de mi camino.
La segunda, que sepa distinguir las señales del camino, que me indicarán lo que realmente me está pidiendo la Vida.
Y la tercera, que mi presencia dé luz a mi alrededor.
Y tú ¿Que le pides a 2010?
Ya estamos acabando diciembre. 2009 se nos va, entramos en una nueva década.
Parece que fue ayer el cambio de milenio, el efecto 2000, el cambio al euro… y ya han pasado prácticamente diez años.
Diciembre es el mes de las celebraciones con amigos y familiares.
A fin de año solemos hacer balance de nuestra vida y de lo que nos ha ocurrido en estos últimos doce meses.
Procuramos fijarnos buenos propósitos para el año que empieza: haré ejercicio, dedicaré más tiempo a la familia, aprenderé ingles...
Pero al final, si lo analizamos fríamente, no hemos cumplido la mayoría de las metas que nos propusimos el año anterior.
Esto se debe, por una parte, a nuestra falta de voluntad, y por otra, a que no somos dueños de nuestro Destino.
Creo que es absurdo pedir que se cumplan nuestros deseos para el año próximo, porque no siempre aquello que queremos es lo que más nos conviene. Por más que planifiquemos, organicemos y estructuremos el futuro, la Vida nos llevará por donde nos toque ir.
No decidimos cuándo y dónde vamos a nacer, normalmente tampoco decidimos cuándo abandonaremos este mundo, pero sí decidimos la actitud que adoptar ante los acontecimientos de esta vida.
Podemos elegir libremente entre la luz –tener una actitud de servicio hacia los demás y estar abiertos a lo que sucede- o la oscuridad: buscar con egoísmo nuestro beneficio personal y obcecarnos en que se cumpla el destino que hemos diseñado.
Hay una frase que me llama mucho la atención: "Lo que acaba en mí, acaba conmigo".
Yo le pido tres cosas al año que va a comenzar:
La primera, que sepa aceptar con confianza todo aquello que me vendrá, por raro y extraño que parezca, ya que formará parte de mi camino.
La segunda, que sepa distinguir las señales del camino, que me indicarán lo que realmente me está pidiendo la Vida.
Y la tercera, que mi presencia dé luz a mi alrededor.
Y tú ¿Que le pides a 2010?
Creo que al 2010 le pido exactamente lo mismo, que lo que le pides tú.
ResponderEliminarY sobre todo, saber dar la talla al intentar hacer todo esto, porque de fàcil, no tiene nada.