jueves, 25 de diciembre de 2014

La felicidad no es un lugar, es un camino



Comparto con vosotros fragmentos del artículo de Pilar Jericó publicado en El País Semanal. Cuenta la historia de Eduardo, ex directivo de multinacional, que gracias a un acontecimiento importante, abre los ojos y comienza su camino de superación. Su gran reto no fue lograr más beneficios, sino cambiar la creencia en la felicidad de las cosas materiales por la felicidad asentada en la tranquilidad, el amor a sí mismo y a los demás. 

En el mundo corporativo te premian por lo que nos hace fracasar en la vida.

He aprendido a ser más humano, a compartir el dolor de otros y a dar más que a recibir. He aprendido, sobre todo, que soy uno más y que eso está bien… que hay un plan superior que es perfecto y que soy parte de él.

¿Qué te ha enseñado la vida?
Que la felicidad es la única meta a perseguir; que la respuesta a todo es el amor y el perdón; y que dando es como recibimos.

Antes mi felicidad era obtener cosas materiales y lograr reconocimiento. Hoy mi felicidad se basa en la paz interior, en el amor a mí y a los demás, en conocer quién soy de verdad y aceptarme así. 

Lo realmente importante en la vida no se compra con dinero. Es poder disfrutar estar solo conmigo mismo. Es poder disfrutar esos ratos de compañía con mis seres queridos.

¿Qué dirías a otra persona de éxito pero con una vida vacía?
Que despierten y no sigan comprando el engaño de creer que somos aquello que las corporaciones piden. Que recuperen la inocencia del niño que fuimos y que hacía las cosas que realmente amaba. Que vivan creyendo que se puede vivir en equilibrio y que al final, lo que nos llevamos en el corazón es lo más valioso (no lo que se puede guardar en una cuenta de banco o colgar en una pared).

Hoy mi felicidad es tener equilibrio entre mi vida familiar, laboral y espiritual. Es hacer las cosas que disfruto y estar con las personas que amo.

¿Se puede ser feliz pase lo que pase en la vida?
Sí. El ser en equilibrio es independiente de las circunstancias. La estabilidad emocional se pone a prueba cuando las cosas no van bien, pero es posible transitar por lo más difícil y mantener el equilibrio. Esto no quiere decir que la tristeza y la ira nunca existirán, pero puedo ser feliz aun cuando las circunstancias me lleven a estos estados emocionales.  La gente sigue muriendo y traicionando, pero mi equilibrio emocional no depende de eso.

¿La felicidad se hace?
Sí lo creo. Se ha dicho mucho que la felicidad no es un lugar sino un camino. Uno puede diseñar la felicidad y yo creo que puedo decidir ser feliz ahora mismo. Aceptando mis circunstancias y quien soy, soñando realidades deseadas y poniéndome en acción para lograrlas.

La felicidad no es algo que pueda verse en futuro, la felicidad siempre es en presente.


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