jueves, 28 de junio de 2012

Ambición versus aspiración

Comparto con vosotros fragmentos del libro La ley del Amor de Vicent Guillem Primo.

“La ambición es un deseo poderoso de querer poseer o dominar. Si la posesión que se ambiciona es de tipo material entonces se manifiesta en forma de codicia y avaricia. Es decir, que la codicia y la avaricia son en realidad variantes de la ambición.

La ambición de poder y dominio sobre territorios y personas es otra variante de la ambición. El ambicioso también suele ser envidioso, porque aspira a conseguir estar por encima de todo y de todos y no permite que nadie le haga sombra.

El ambicioso nunca está conforme con lo que va adquiriendo y siente un deseo insatisfecho de poseer cada vez más. Cree que al ir consiguiendo los objetivos que se propone va a conseguir ser feliz. Sin embargo una vez consigue lo que se propone no se conforma, sino que siempre quiere más. Entonces busca un objetivo todavía más desmedido y difícil de conseguir.

¿Pero no hay personas que ambicionan objetivos nobles, como la paz mundial o la erradicación del hambre o la guerra? ¿Actúan incorrectamente?

Eso no son ambiciones, sino aspiraciones. La diferencia entre la aspiración y la ambición en el sentido que aquí le estamos dando a la palabra es que el ambicioso no se mueve por ideales nobles sino egoístas, por eso no suele tener escrúpulos a la hora de actuar. El ambicioso jamás se detiene en su afán de poseer y dominar, porque nunca está satisfecho con lo que tiene. Es decir, que la ambición es insaciable y desmedida. El ambicioso no respeta ningún código ético ni moral. Tiene el concepto de que el fin justifica los medios, y por tanto no respeta el libre albedrío. Por eso suele imponer su criterio a los demás y no admite el fracaso. Se enfada muchísimo cuando sus expectativas no se ven satisfechas y suele buscar formas más agresivas y dañinas para tratar de conseguir su objetivo. Es decir, si no puede conseguir lo que quiere por las buenas, entonces lo hace por las malas. Por eso pocas veces se satisface la ambición sin perjuicio para los demás.

¿Cómo se supera la ambición?
Tomando conciencia de que ese deseo poderoso de querer poseer o dominar no lleva a la felicidad, sino que sólo genera turbación y desasosiego en uno mismo y sufrimientos de todo tipo en los demás. La ambición desmedida es una manifestación del egoísmo sumamente perniciosa. Las personas dominadas por la ambición desmedida son las que causan un mayor daño y sufrimiento a la humanidad

“Todos lo que se han afanado en conseguir, todo, absolutamente todo lo perderán al dejar el mundo material, y lo que se van a encontrar cuando pasen al mundo espiritual es una enorme deuda kármica, que empezará por la experimentación en sí mismos de todo el sufrimiento que han generado en los demás. Y hasta que no hayan reparado todo el mal que hicieron no dejará de sufrir su espíritu, lo cual les puede costar tanto tiempo que les puede llegar a parecer una eternidad.”