sábado, 29 de mayo de 2010

El mejor momento de mi vida


Comparto con vosotros un texto escrito por mi amiga Ruth M.Ebert.

Aún no me ha tocado la lotería...
Aún no he alcanzado todas mis metas...
Aún no he hecho los viajes a los lugares que tanto he querido conocer...
Aún no tengo casa propia, ni las cosas que quisiera tener...
Aún no he encontrado el compañero de mi vida...
Aún existen problemas no resueltos...

¿Y aún así afirmo que estoy pasando por el mejor momento de mi vida?
 
Estas palabras las expresé hace unos días a un par de personas.
 
Pese a que no he llegado a la cúspide de lo que quisiera ser y tener, pude tener la sensación de estar viviendo el mejor momento de mi vida...

...por la paz interior,
...por sentir la presencia protectora de Dios en mi vida,
...por los seres que amo,
...por la salud que tengo,
...por la vida y el amor que me rodea,
...por las metas, sueños y logros realizados y los que aún faltan,
...por todas aquellas personas que Dios puso en mi camino para un propósito determinado,
...por la gente linda y amable que a veces me encuentro,
...por los conocimientos adquiridos,
...por las lindas experiencias vividas y aún las malas de las cuales aprendí una lección,

...y aunque aún no he alcanzado todo lo que quiero, me siento feliz por el camino recorrido hasta ahora...

...Hoy experimento "el mejor momento de mi vida“.

viernes, 21 de mayo de 2010

Con el tiempo


Comparto con vosotros un artículo publicado por Josep Maria Aguiló en duendes.ultimahora.es

Os adjunto otra versión del poema en un bonito montaje de video:

Desde hace varios años, circula por Internet un poema que bajo la denominación Con el tiempo o Después de un tiempo es atribuido, dependiendo de los casos, a William Shakespeare, Jorge Luis Borges, Verónica Shoffstall, Nadine Stair o Fernando Zeledón. En principio, parece que su verdadera autora sería Verónica Shoffstall y que el poema originario dice así:

"Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.

Y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa siempre seguridad.

Y uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas.

Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, con la gracia de una mujer, no con la aflicción de un niño.

Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes, y los futuros tienen una forma de caerse en pleno vuelo.

Después de un tiempo uno aprende que incluso el sol quema si recibes demasiado.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale.

Y uno aprende y aprende.

Y con cada adiós aprende”.

Este sería el poema originario de Shoffstall, que a mí me parece realmente muy hermoso y además también profundamente verdadero en su contenido. En algunas otras versiones que también pueden verse en Internet, el poema es más largo, con una segunda parte que, en realidad, no pertenecería ya a Shoffstall, sino a un autor al parecer anónimo.

Esa segunda parte dice así:

“Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano tendrás que volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos, tarde o temprano se verá rodeado sólo por amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira, pueden seguir lastimando a quien heriste durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta de que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.

Con el tiempo aprendes que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas o que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo”.

En esta segunda parte de este misterioso y hermoso poema hay sin duda también un trasfondo verdadero, el de que muchas veces sólo nos damos cuenta de todo lo que hemos perdido, de todo lo que hemos dejado escapar a lo largo de nuestra vida, únicamente con el tiempo, desafortunadamente sólo con el tiempo.


viernes, 14 de mayo de 2010

Uno crece

Comparto con vosotros el texto publicado por Pedro Pisani en vidapositiva.com

Imposible atravesar la vida.... sin que un trabajo salga mal hecho, sin que una amistad cause decepción, sin padecer algún quebranto de salud, sin que un amor nos abandone, sin que nadie de la familia fallezca, sin equivocarse en un negocio.

Ese es el costo de vivir. Sin embargo lo importante no es lo que suceda, sino, cómo se reacciona. Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar.

Uno crece...

Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe.

Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla. Cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.

Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.

Crece cuando supera, se valora y sabe dar frutos. Uno crece cuando abre camino dejando huellas, asimila experiencias.... ¡Y siembra raíces!

Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor.

Uno crece cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento.... ¡Y humano por nacimiento!

Uno crece cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas, recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.

Uno crece cuando se es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse con residuos de flores.... ¡Y de encenderse con residuos de amor!

Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe.

Uno crece cuando se planta para no retroceder.... Cuando se defiende como águila para no dejar de volar...

Cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella.

Entonces.... Uno Crece

sábado, 1 de mayo de 2010

Quiero aprender


Comparto con vosotros el texto publicado por Marian Benedit en vidapositiva.com

Quiero aprender a escuchar, quiero escuchar con los ojos y oídos.... con todos los sentidos; pero sobre todo escuchar con el alma.

Quiero aprender a escuchar lo que dice el corazón, lo que dicen los hombres caídos, los ojos tristes, las manos inquietas.

Quiero escuchar el mensaje que esconden las palabras, quiero descubrir la angustia enmascarada, la inseguridad, la soledad encubierta.

Quiero penetrar en la sonrisa falsa, la felicidad simulada, la adulación exagerada. Para descubrir el dolor de cada corazón, para descifrar el porque de las lagrimas. Poco a poco, quiero y necesito ¡aprender a amar!.

Yo estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las heridas, y borra las cicatrices que la incomprensión e inseguridad grabaron en el corazón herido.

El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos dolorosos, no cultiva las ofensas con las piedades y autocompasión.

El amor perdona, da alivio, extingue todo el dolor en el corazón. Yo, paso a paso, estoy aprendiendo a perdonar, a amar.

Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor dentro de cada vida, de todas las vidas.

Estoy aprendiendo a descubrir el afecto y aceptación de las experiencias duras vividas a lo largo de los años.

Yo estoy aprendiendo a ver en las personas su alma, y las posibilidades que Dios les dio. Yo estoy aprendiendo, pero.... cómo es de lento el aprendizaje!